miércoles, 25 de noviembre de 2009

The Twilight Saga: New Moon (2009) Luna Nueva




En esta segunda entrega de la trilogía de “Twilight”, la bella Bella Swan sufre un colapso depresivo al ser abandonada por su helado y fosforescente novio vampiro. Solo su amigo indio Jackob Black logra sacarla de la depresión, el cual poco a poco se va enamorando de Bella. Cual va siendo la sorpresa de la damisela en apuros al descubrir que su nuevo pretendiente es ni más ni menos que un hombre lobo, perteneciente a una tribu de licántropos históricamente enemistada con los chupasangre.

Aunque mejor que la primera parte en cuanto a su producción, calidad y efectos, no pasa de ser una versión de Beverly Hills 90210 en Halloween. Jóvenes en plena efervescencia hormonal cortándose las venas por su amor de preparatoria, ya sea lobo o vampiro.

Es rescatable la fotografía y las locaciones espectaculares de Estados Unidos e Italia, así como el lobo digital que logra un realismo casi perfecto.

Sin embargo, la formula de la lucha entre lobos y vampiros no es original, pues ya la hemos vistos en películas como la trilogía de “Underworld” y la no muy aclamada “Van Helsing”. No dejo de reconocer que el fenómeno del libro le da la popularidad entre los jóvenes a esta película al estilo de Harry Potter. Solo espero que esta locura haga a muchos comprar el tercer libro para ver qué pasa con este excéntrico triángulo amoroso. Es la única manera de fomentar la lectura juvenil en algo que no sea la revista Vaquero.

Yo resumiría la película como un “Underworld” de prepri. Disfrútela con un frutsi de uva y una paleta payaso.

Calificación (del 1 al 10)

Actuación: 7
Fotografía: 8
Guión: 7
Efectos: 8
Sonido: 8

Qué me dejó la película:

El ser humano desde el principio más básico de su ser solo busca una cosa; fusionarse con otro ser. Es el instinto más primitivo y elemental. Si involucionamos en el tiempo y regresamos al homo erectus, luego al mono, luego a el bicho que hayamos sido hasta llegar al organismo más primitivo, casi unicelular, solo queda ese instinto de supervivencia a través de la reproducción.

Al ser seres tan complejos, los humanos somos capaces de síntesis mentales asombrosas, de una creatividad insospechada, somos capaces de lograr las maravillas que vemos día a día, de construir edificios que tocan las nubes, ciudades artificiales en el mar, vehículos y artefactos tecnológicos que rebasan nuestra imaginación. Sin embargo, no podemos estar ajenos a esa fuerza que nos enloquece, nos embrutece, nos hace dar de brincos y recitar poesía. Esa fuerza que nos hace ser irracionales cuando la experimentamos, pues fuerzas primigenias actúan en nuestras cadenas proteínicas de ADN y nos empujan a hacer lo que sea necesario para atraer y conquistar a ese objeto del deseo.

Hay un elemento que con la pasión y el deseo disminuye de manera proporcional. Se llama razón. Casi se podría hacer una formula físico química que dice: La líbido es inversamente proporcional a la razón.

Cómo saber al momento de escoger una pareja para toda la vida, si esta es la adecuada. Como saber si lo que nos arrastra a esa relación es la pasión demente o un amor a un nivel consciente y racional. Como lograr un equilibrio en la formula. Un amor profundo y consciente en la misma proporción que un amor erótico y sensual.

Esta película ilustra perfectamente el caso de una pasión que ciega la razón. Aunque en el filme está muy caricaturizado, proyectemos una relación similar al mundo real. Hay personas que para nosotros nos son tan ajenos como un vampiro o un hombre lobo. No hay compatibilidad cultural, o social, o física, o química. Sin embargo no estamos libres de enamorarnos, de enloquecernos por un ser que nos va a llevar a una relación corta, que cuando esa pasión se haya terminado, digas… qué diablos hago aquí, cómo llegué a estar con esta persona.

Esto lo ilustra de manera excelente la película “Como agua para chocolate” del director Alfonso Arau, basada en el libro de Laura Esquivel, en donde comparan el amor con una cajetilla de cerillos. Puedes prendes uno a uno cada cerillo y hacer que el fuego y la pasión duren toda la vida; o bien puedes prenderlas todas de un solo golpe y disfrutar de una pasión intensa, explosiva pero fugaz.

A un nivel más profundo, yo diría que las compatibilidades más que físicas, económicas o culturales son espirituales. Si pudiéramos esquematizar y simplificar de alguna manera esta idea, imaginemos las almas como figuras geométricas. Aunque un triangulo pueda enamorarse de un círculo, tarde o temprano van a darse cuenta de sus diferencias esenciales. En el huracán de las pasiones, el círculo intentará alinear un poco sus curvas mientras que el triángulo intentara curvar sus vértices. Sin embargo eso requiere mucho esfuerzo y terminas dándote cuenta que tienes que simular algo que no eres para que esa relación funcione. Al final, no puedes continuar con esa farsa y las almas regresan a su forma original dándose cuenta del error.

Hay muchos triángulos, círculos, rectángulos y muchísimas formas más. Todo el secreto está en ser lo suficientemente sensible, pasional y racional para saber cuándo te encuentras con una simetría igual a la tuya. Muchos dicen que tu alma gemela es tu media naranja. No estoy de acuerdo. La media naranja representa a un ser incompleto. Somos naranjas completas, seres enteros que solo pueden unirse a otra naranja igual de entera y redonda para caminar juntos un sendero común.

(Dedicado a mi naranja tampiqueña)

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