viernes, 20 de noviembre de 2009

2012 (2009)






En esta película, Roland Emmerich, director de cintas espectaculares como "El día de la independencia" y "El día después de mañana", nos asombra nuevamente con la tecnología de punta en efectos especiales. Ahora no es una invasión alienígena o la tercera glaciación, sino el fin del mundo. No más, no menos.


John Cusack, un escritor en decadencia es el personaje central del filme, el cual corre como loco mientras el fin del mundo le pisa los talones. Un exceso visual, en donde las escenas catastróficas no paran ni un segundo.


El concepto científico es real. Una explosión solar puede causar, sin duda, el fin del planeta como lo conocemos. Sin embargo puede ser dentro de 500 años, en el 2012 o mañana.


En general la historia, los personajes y todo lo que sucede me parece de comic. Actuaciones no creíbles, secuencias de acción a lo Indiana Jones apocalíptico, frases trilladas, el héroe que salva la situación en el último minuto y el perrito que siempre se salva de la tragedia.


Definitivamente lo rescatable de la película son los efectos visuales y de sonido. Explosiones volcánicas espectaculares, la corteza terrestre desgajándose, olas gigantescas y tsunamis fuera de proporción. Si vieron el tráiler de la película, es lo mismo pero en dos horas y media.


La recomiendo por el agasajo visual, de ver e imaginar cómo podría ser cuando el mundo se acabe. Si ese momento llega, espero estar en primera fila con mis palomitas cuando un enorme meteorito me aplaste.


Calificación: (del 1 al 10)


Actuación: 7
Fotografía: 9
Guión: 7
Efectos: 10
Sonido: 9

Qué me deja la película:


La analogía de que no puedes ver el bosque mientras estés pegado a un árbol aplica en este caso. Vivimos en un planeta en el que por nuestra pequeñez todo el planeta se reduce a nuestra casa, nuestra colonia, nuestra ciudad. La vivimos, la transformamos, la contaminamos, la envenenamos, y en nuestra pequeña ignorancia, no nos damos cuenta que lo estamos dañando.


Si nos alejamos de nuestro pedacito de tierra, nos damos cuenta que el planeta es un ente individual, un ser vivo. Tiene su sistema circulatorio que es el magma, sus ríos, su corazón que es el núcleo, respira con sus pulmones que son los bosques, le da frio y le da calor, al igual que un ser vivo, es una maquinaria perfecta, estable, auto curable, y me atrevería a decir que hasta pensante.


Qué pasa cuando a una persona le sale una infección en la piel, o un hongo difícil de tratar, si comenzamos a destruir parte de sus pulmones, si lo obligamos a beber veneno y a respirar gases tóxicos. Una de dos... o la persona muere, o el cuerpo comienza a generar un proceso auto curativo que es la fiebre (calentamiento global), escalofríos (terremotos), sudoración excesiva (inundaciones), y lo más grave de todo es que los seres humanos nos hemos convertido de ser parte de la fauna benéfica del planeta en un verdadero cáncer que el planeta va a tratar de eliminar.

O agarramos una consciencia planetaria y comenzamos a modificar positivamente nuestro entorno y nuestras costumbres en la pequeña parte que nos corresponde, o nos preparamos a que la tierra se cure por sí sola de maneras que ni soñamos. Por supuesto que los únicos perdedores seríamos nosotros.

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