sábado, 17 de octubre de 2009

District 9 (2009) Distrito 9



Qué pasaría si una nave alienígena se descompone en medio de un planeta para ellos desconocido, en este caso la tierra. Cómo reaccionarían los humanos, como los trataríamos, como se integrarían a nuestros usos y costumbres.

Bajo esta premisa, Peter Jackson como productor de esta película nos asombra nuevamente con una cinta donde se combina el estilo documental con un estilo narrativo muy bien integrados.

Por supuesto que no pueden faltar los efectos especiales espectaculares que engañan a la mente con creaturas y  artefactos generados digitalmente e inmersos en el mundo real. La animación 3D ha llegado a un punto en el que no se distingue hasta qué punto es real o digital.
Es agradable ver que por fin una gigantesca nave extraterrestre no aterriza en alguna ciudad de Estados Unidos (casi siempre en New York o los Ángeles), ni en Paris, ni en ninguna de las ciudades ícono del cine, sino en Johannesburgo, Sudáfrica. Para muchos una ciudad que oyen por primera vez, pero que a través del filme te das cuenta del tamaño de la metrópoli y el tipo de sociedad que es.

El eje de la cinta es Wikus van der Merwe, un agente de la corporación Multi-National United, que en su intento de desalojar a los alienígenas que llaman “prawns”, (crustáceo similar al camarón) del Distrito 9 y reacomodarlos en la periferia  de la ciudad, sufre un accidente con una sustancia extraña la cual cambia por completo el curso de su vida.

Cinta divertida, sin ser un reto intelectual, cumple con el fin de entretener y de disfrutar unas buenas palomitas (si no te da asco que estén salpicadas de tripas verdosas alienígenas)

Calificación: (del 1 al 10)

Actuación: 7
Fotografía: 7
Guión: 8
Efectos: 9
Sonido: 9

Qué me deja la película:

Los temas que más pueden ser analizados y transportados a nuestra vida son dos: el de los prejuicios y el del racismo. Cuantas veces no hemos visto alguna persona que por su tipo de piel, por su apariencia o por sus costumbres nos genera algún tipo de rechazo.

Pensemos en un momento en Hitler, en Mussolini, en los americanos matando a los indios, al esclavismo,  a tantos y tantos actos aberrantes que ha tenido el ser humano contra sí mismo solo por diferencias mínimas de costumbres o de color.

Qué pasaría si en un acto sobrenatural nos pudiéramos convertir en esa persona. Estar en sus zapatos, en su ropa, con su vida e historia. Qué caminos ha recorrido, que ha gozado y qué ha sufrido.

Sería una hipótesis interesante que Hitler, después de una lujosa cena en su palacio y del reporte de sus generales dándole parte del número de judíos detenidos, de repente se desmayara y abriera los ojos en un sitio con olor a podredumbre. Se viera en el espejo como alguien totalmente distinto, en los huesos, con llagas en la piel, con un hambre que duele. Qué pensaría en ese momento. Ve a su alrededor y ve a cientos como él. En fila los dirigen a unas regaderas. El sabe lo que va a pasar, pues de él fue la idea que envenenaran a los judíos con gases ahí dentro. Sale corriendo, lo agarra un soldado alemán y lo muele a golpes. El grita con desesperación… “soy Adolf Hitler”. Los soldados ríen con burla, lo siguen golpeando brutalmente. Llega un general de alto rango al cual le explican la locura de ese judío. El general con asco e indiferencia saca su pistola y casi sin ver, como quien mata un insecto dispara su arma en la cabeza del infeliz.

Si en ese momento despierta como de una pesadilla, ¿cambiaria en algo después de esa vivencia?

El ponerse en los zapatos del otro es liberarte de tu ego, de tus prejuicios y poder entender que hay tantas formas, costumbres y colores como seres hay en el planeta.

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